Texto de Hohhenheim
Ilustración de Digikharl (karlo andrei r aguilar): http://digikharl.deviantart.com
Estoy moldeando mi propia espada aunque no decido todavía qué hacer con ella. ¿En qué piensas primero al ver la hoja delgada y resplandeciente? Depende mucho de los ojos que la indaguen.
Alguien pensará que ese borde solo sirve para encajarse en la garganta del enemigo e ir despedazando arterias y venas hasta quedar rojo de vergüenza. Ese sujeto ha sabido encontrarle un uso acorde a su temperamento de animal rabioso.
En toda esta gama de posibilidades interpretativas, necesariamente va a haber alguien que crea que se purificará con el dolor infringido por la helada punta incrustándose entre sus intestinos, después de todo el honor vale más que la vida muchas veces.
Pensemos ahora en lo que haría un niño al tener frente a sí la lámina de acero resplandeciente, nunca la ha visto antes, ni tampoco ha sido testigo de cómo la usan los adultos. El niño no la conoce, nadie se la ha presentado. Como una copa de cristal dispuesta a ser llenada, su mente se dispone a grabar las sensaciones de tomar la lengua plateada con sus manos; de cualquier parte, menos del mango.
Apago mi fragua y cierro el puño marcado con dos líneas lacerantes que hace mucho tiempo me destrozaron los tendones de una sola dentellada. Ahora solo fabrico espadas sin filo.
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